¡Feliz domingo!
Parece irónico, pero tener presente que nuestro tiempo sobre la tierra es finito nos puede conducir a llevar una vida basada en momentos significativos y no en una fundamentada en la acumulación de cosas.
Saber que algún día dejaremos de respirar, de caminar, de amar, de reír, nos recuerda nuestra propia mortalidad y como tal, debemos aprovechar nuestra vida al máximo.
(Foto por Joey Banks - Unsplash)
Esta semana, el lunes, leí una historia acerca de un hombre que a sus 60 años sufrió de una falla repentina en su hígado y fue llevado a una clínica. Había trabajado durante toda su vida para la misma compañía y estaba a punto de retirarse. Un día, en su habitación de hospital, recibió la visita de Recursos Humanos para finiquitar el papeleo pendiente para su jubilación. Diez días después, falleció.
Diez días después.
Nunca pudo disfrutar del velero que había comprado y que había mantenido en su garaje esperando al momento de su retiro para navegarlo. Nunca pudo experimentar la sensación de navegar con el sol como acompañante y con la brisa golpeando su cara. Nunca pudo mover las velas y cambiar de dirección mientras las olas balanceaban el velero gentilmente de un lado a otro, como meciéndolo.
Tristemente, se quedó con un mar profundo de sueños.
Quizás creyó que siempre tendría más tiempo, que el reloj le daría más horas. Quizás habrá pensado “una vez me retire, allí es cuando cumpliré mis más grandes anhelos”.
Pero la dura verdad de la vida es que el tiempo se acaba y nunca nos avisará de cuándo exactamente.
Pensamos que tendremos una nueva oportunidad de hacer lo que queremos cuando en realidad no sabemos que vaya a ser así. Y en medio de esa pasividad, puede que nunca cumplamos los deseos de nuestro corazón.
Como le sucedió al hombre de la historia. Como seguramente le sucede a muchos.
No aplaces. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, como solía decir mi abuela. Anímate a tomar decisiones que poco a poco te permitan avanzar en la dirección correcta.
¡Vive hoy!
Existen años que hacen preguntas y años que las contestan - Zora Neale Hurston
¿Qué tan distinta hubiera sido la vida de ese hombre si se hubiera tomado un descanso para poder navegar su velero?
¿Qué tan distinta sería nuestra vida si comprendiéramos que no contamos con todo el tiempo del mundo para cumplir nuestros sueños?
La respuesta sólo la tenemos nosotros.