Siempre has tenido el poder de cambiar de perspectiva
Carpe Diem: Vive en el presente y persigue lo que te apasiona. Sé feliz.
¡Feliz domingo!
Este fin de semana ha sido diferente. Mi esposa tuvo la idea de pasar un día cerca a la playa, en una zona de Santa Marta que nos encanta: Bello Horizonte. La verdad es que he venido ya un sin fin de veces, y no sé si seré el único, pero hay lugares que por más que los visites te hacen pensar en algo distinto. Esta vez, por ejemplo, sólo podía recordar cuando era niño y mi hermana y yo jugábamos en la piscina toda la mañana hasta que se hacía la hora del almuerzo. Esta vez me conecté de nuevo con lo que me atrae de este pequeño rincón del mundo: su persistente habilidad para hacerme olvidar de todo.
Pero esto casi no sucede.
Demasiadas preocupaciones, demasiados pensamientos que me daban vueltas en la cabeza y todos apuntaban a que era mejor, sencillamente, no hacer nada.
Mi esposa es diferente. Siempre me he considerado esta persona optimista que persigue lo que quiere y que ve el vaso medio lleno en todas las circunstancias. Últimamente, sin embargo, no ha sido así. Mi esposa se ha convertido en el bastón que me sostiene cuando tropiezo, en mi apoyo cuando ni yo mismo sé que lo necesito.
La verdad es que me he dado cuenta de que no soy tan fuerte como una vez creí, pero está bien, porque también he aprendido que la fortaleza tiene poco que ver con ser inquebrantable y mucho con la habilidad para levantarse de nuevo.
Ayer llegamos pasadas las 2pm y fuimos directo al mar (pocas cosas tienen ese poder de atracción sobre mí que un mar salado y arena caliente). El agua, como siempre, apacible, templada, y la vi como abriéndome los brazos, invitándome a que dejara la negatividad en sus adentros y saliera renovado. Mi esposa se metió en el agua conmigo y una de las tantas cosas que hablamos fue sobre lo que nos encantaría poder comprar una propiedad allí e ir todas las veces que se nos diera la gana.
Nos salimos y almorzamos, ya eran alrededor de las 3pm. Sentado en mi silla, cerré los ojos y me dormí por unos minutos. Empecé a imaginarme cómo sería mi vida si ese sueño se hiciera realidad: en las caminatas por las calles aun sin pavimentar; en la gente tan amable con la que te tropiezas en cada esquina ofreciéndote comida, carpas o paseos en lancha; en el intenso calor que se siente pero el cual olvidas al rato, porque sabes que al corto tiempo ya estarás nadando y tomándote algo. Mi esposa me toca el hombro y me despierta, no por otra razón sino porque ya estaba roncando (esta se ha vuelto mi mayor debilidad). Recogimos nuestras cosas y nos regresamos al hotel.
Escribo todo esto en medio del silencio de una habitación a la que aun no le pega el sol. Mi esposa al lado mío girándose de un lado a otro evitando que el frío del aire acondicionado le llegue de frente, y yo, por el contrario, buscándolo.
Y una sola idea: soy afortunado por poder estar aquí.
Soy afortunado por coger carretera, conducir por casi dos horas y escuchar las canciones de Roberto Carlos que dejó sonar mi esposa en el auto cuando veníamos acá; soy afortunado porque veo las fotos y videos que me envían de Benji, mi Golden Retriever, en casa jugando, saltando y, por supuesto, mordiendo todo lo que se encuentra a su paso (¡¿alguien sabe cuánto dura esa etapa?!); soy afortunado porque en la noche, antes de volver a subir a la habitación, nos quedamos al borde de la piscina y conversamos, reímos, y nos antojamos de comida otra vez.
Y era afortunado no porque mis preocupaciones se hubieran esfumado, sino porque decidí cambiar la manera en la que las venía afrontando.
En el libro Peace is Every Step, de Thich Nhat Hanh, se menciona lo siguiente:
Es crucial que dejes de vivir en el pasado y de preocuparte por el futuro, y empieces a ocupar un lugar en el aquí y en el ahora, si realmente deseas hallar paz interior y ser feliz. La meditación te ayudará a cambiar tu enfoque hacia las cosas que de verdad importan en la vida: a centrarte en cada momento que tienes la fortuna de vivir.
Peace is Every Step es un maravilloso libro que demuestra que a través de la meditación se pueden abandonar los miedos, el pesimismo, la rabia y la frustración, y todo aquello que no nos permite encontrar gozo en lo que estamos viviendo. Y una de las concepciones más importantes que me permitió cambiar este libro fue que la meditación era una práctica de monjes tibetanos que pasaban sus días en el exilio tras horas y horas de reflexión ininterrumpida.
En realidad, está bastante alejado de eso.
Basta con cerrar los ojos y traer a la mente lo siguiente:
Aquellas situaciones por las que estamos agradecidos
El lugar y el momento que estamos viviendo
El inmenso regalo que supone gozar de una buena salud y de ser conscientes de lo que nos rodea
¿Cuántas veces he dejado pasar la oportunidad de hacer increíble un momento por estar pensando en lo que vendrá más adelante? Muchas.
¿Cuántos días han transcurrido exactamente de la misma forma que el anterior? Demasiados.
¿En cuántas ocasiones he estropeado semanas enteras por miedos, por frustraciones, que nada tienen que ver con el presente? Más de las que alcanzaría a enumerar.
No a todos se nos regalan otras 24 horas sobre la tierra para estar con las personas que amamos, y el hecho de que tú cuentes con ellos es un verdadero regalo.
Thich Nhat Hanh.
No pretendo decir que no me frustro cuando algo que deseo con todo el corazón no se hace realidad. Tampoco que no piense en el pasado.
De lo que sí soy consciente es que tengo el poder para actuar hoy.
El poder para no dejarme vencer por la nostalgia de lo que llegué a vivir y a disfrutar; el poder para no enfrascarme en el futuro como si eso fuera lo único que pudiera hacerme feliz; el poder para no desaprovechar esta mañana, aquí y ahora, al lado de mi esposa, aun con un mundo repleto de sueños por cumplir.
La vida no está en lo que hiciste (aunque aprendiste de ello), ni en lo que harás (aunque lo anheles), sino en lo que haces.
Y estos pequeños instantes de felicidad me lo recuerdan.
Lo que aprendí esta semana
No tengo por qué tener control sobre todo. Está bien abandonar esa necesidad y permitir que las cosas sigan su curso natural.
Desarrollé esta tendencia de gustarme las canciones que mi esposa coloque en el auto.
Existen muy pocos paisajes más bonitos que un atardecer.
La canción de esta semana es Slow Light de Moby.
Y sí, pude ser capaz de cambiar esa perspectiva tan terca y dañina de que no estoy bien ahora. Sí lo estoy.
Lo que sucede es que necesito recordarme que el proceso - es decir, lo que vivo para llegar a mi destino - es la vida misma, y no tengo que esperar para vivirla.
Sabes Luis, he pensado en la idea de que soy afortunado en muchos aspectos.
Hace algunos años pensaba que aquellos famosos adinerados eran afortunados, pero esa es una realidad falsa, porque solo ves esa parte de su vida en la que captan la atención de las cámaras. Después lees historias de que el actor "x" murió de sobredosis, o se "desvivió" por depresión, o que fueron abusados, y un largo etcétera.
Al ponerlo en perspectiva, me encuentro afortunado, teniendo algo tan simple como una ducha con agua caliente, o teniendo la posibilidad de descansar un domingo viendo una serie malísima en la tele. Creo que mi vida luce muy bien, solo que pensé durante muchos años que debía ser extraordinaria. Pero no, la vida es simple, y es muy bonita con esa simpleza.
Así que, eso me recordó tu texto, a conectar con esas cosas bonitas que ya tenemos enfrente.