Hoy no puedo escribir sobre otra cosa, sino de ti
Carpe Diem: vive en el presente y persigue lo que te apasiona. Sé feliz.
¡Feliz domingo!
Hoy no es posible para mí pensar en otra cosa.
No dejo de pensar en el paseo que hicimos a Guatavita. Tomamos la decisión de ir sin pensarlo mucho. De hecho, creo que esa fue una de las razones por las que aun lo recuerdo. Llegamos y estaba lloviendo. Entramos a un café y seguía lloviendo. La cocker spaniel que teníamos siempre pegada a tu pierna o a la mía, buscando refugio de las gotas de lluvia, aunque para nosotros representaba más un alivio pues se mantenía alejada de otros perros. Y tú y yo sabemos lo que eso significaba.
Caminamos y caminamos, como si conociéramos el camino o tal vez como si lo desconociéramos por completo, intentando maniobrar para no mojarnos demasiado, abriendo bien los ojos a todo lo que teníamos enfrente. Seguimos los pasos de las personas y bajamos una pendiente que nos terminó llevando a la orilla de un embalse.
Ese instante de allí, tu mano en la mía, el frío helándome el cuerpo, la cocker spaniel a nuestro lado, el sonido de la brisa golpeando la superficie del agua, y yo manteniendo los ojos cerrados saboreando el momento, se quedará para siempre en mi memoria.
Y a pesar de eso, hoy estoy más cerca de decirte adiós.
De alguna manera se siente como si hubieran arrancado un pedazo de mí y estuviera intentando desesperadamente por hallar de nuevo mi lugar. Se siente como si aguardara un largo tiempo porque el cielo se aclare y nunca sucede. Se siente como una larga espera para algo, y no sé para qué.
¿Te acuerdas?
“De mañana mi amor. Pediré el desayuno tal vez”….
He aprendido que el camino de cada persona es distinto. He aprendido que muchas veces diseñamos una idea acerca de cómo deberían ser las cosas, pero aun así no ocurre. He aprendido que, en ocasiones, los errores que cometemos no sólo nos muestran cómo tuvimos que haber actuado en realidad, sino también qué ha cambiado en nosotros a raíz de lo que hicimos. Y muchas veces, el resultado de toda esa seguidilla de errores no es otro que la realización de que ya no somos la misma persona, de que algo bien dentro de nosotros ya no es igual.
Hoy no quiero escribir acerca de otra cosa sino de lo que mi corazón siente hoy. Y lo que mi corazón siente es cansancio. Se agotó casi que en su totalidad, como si se hubiera quedado seco, como si se hubiera quedado frío. Si miro hacia atrás, la inmensa mayoría de los errores que terminaron por crear una grieta profunda vinieron de mí. No hay forma en que pueda remediarlo. Pero es así y no me queda otra opción sino concentrarme en lo que pueda hacer diferente en una próxima ocasión.
No deseo amarrarme al pasado, a lo que creó la brecha entre los dos.
Amarrarme al pasado no me dejaría acercarme a esa versión de mí mismo a la que aspiro alguna vez llegar. Amarrarme al pasado abriría viejas heridas que no sé si sabes del todo cómo me las causé, y tampoco creo que importe ahora. Amarrarme al pasado me recuerda que no estuve ni cerca de ese hombre que sé que soy.
Por eso me rehuso a revivirlo. Porque los viejos errores sólo sirven para enderezar el camino, no para repasarlos una y otra vez en la mente.
“Y entre abrazos, con el cuarto en desorden esperar, lentamente tu despertar. Y otra vez te amaré”.
Pienso en los viajes por carretera y en las ocasiones en las que me sabía mejor que tú la letra de las canciones que poníamos en el auto; esas veces en las que corríamos a toda velocidad por la arena hirviendo de la playa porque no queríamos quemarnos la planta de los pies; en los paisajes de la sabana de Bogotá que alcanzamos a conocer juntos.
Sin embargo, lejos de evocar tristezas, esos momentos me llenan de felicidad. Me llenan de felicidad porque fueron reales y sinceros; me llenan de felicidad porque la vida dispuso que los disfrutáramos al mismo tiempo y no por separado y en instantes distintos; me llenan de felicidad porque han permanecido fijos en mi cabeza a lo largo de todos estos años.
Lo sé…
Lo sé…
Si yo he cambiado, tú igual. Si mi manera de ver la vida cambió, también la tuya lo hizo. Si lo que tuvimos que vivir llegó hasta el rincón más inhóspito de mi alma, sé que también pasó lo mismo contigo. Sin embargo, mi mirada se fija hacia adelante. Mi mirada reconoce que aun me queda mucho por hacer, por conocer, por soñar, por experimentar. Mi mirada se centra hoy en las posibilidades de crear y de construir, y de disfrutar del momento presente.
¿Para qué más estamos sobra la tierra sino para buscar la manera de ser felices?
¿Para qué más?
Hoy quiero decirte que esa foto enmarcada que tenemos en la sala no sólo habla sobre ese momento específico en el que un domingo cualquiera decidimos montarnos en el auto y ver hasta dónde éramos capaces de llegar. Esa foto también hace eco de Bello Horizonte, de la arena haciendo las veces de lava, del día en que llegaste a Bogotá por primera vez, de los largos viajes a pie conversando sobre los planes a futuro, de las piscinas y de las playas, de la carretera abierta por la madrugada, de Punta Cana y de Cancún, del gesto que tú y yo creamos y del que desconocemos cómo se creó en primer lugar, del día en el que recibimos nuestros primeros muebles, de todos los retos que superamos y de todo lo que alcanzamos juntos.
¿Qué va a importar si hay un tiempo corriendo afuera? Nuestro amor de mañana no espera, yo contigo estaré.
Siempre tuve esa imagen de los dos. Bailando lentamente esa canción como si se tratara de un vals, de noche, tal vez con un par de velas a nuestro alrededor, tal vez con una copa de vino, tal vez con dos. Fueron demasiados sueños cumplidos, demasiados instantes de felicidad.
Pero está bien así.
Haré de cuenta que ese abrazo ocurrió y me haré el desentendido, porque sin lugar a dudas estaría haciendo trampa. Y en estos casos, nunca existe otra opción.
Pero luego sucede como una frase que encontré esta semana. Era tarde, quizás las once de la noche, y no pude apartarme de ella.
“Nuestros caminos se separaron hace un tiempo. Fue el cariño lo que nos mantuvo juntos”.
Y es precisamente eso lo que me impulsa a dar un paso hacia adelante y continuar.
Lo que aprendí esta semana
Se necesita coraje para tomar decisiones importantes en la vida. Nadie dijo que sería fácil.
Recuerda el pasado, pero únicamente para sonreír.
Nunca sabes el momento en el que todo va a cambiar, pero eso no quiere decir que todo ande mal. Quizás sólo sea la manera que necesitas para avanzar en la dirección de lo que realmente deseas para tu vida.
Canción de la semana: Pale Blue Eyes (Mono Version), The Velvet Underground.
Tres buenos aprendizajes que nunca hay que olvidar. Precioso texto ❤️🩹