Hay que vencer el miedo al cambio para ser felices
Carpe Diem: vive en el presente y persigue lo que te apasiona. Sé feliz.
¡Feliz domingo!
Hay algo por lo que mi esposa siempre me critica: hago las cosas en el mismo orden, todos los días. Un ejemplo perfecto es cuando termino de darme una ducha y me voy a vestir. Primero, la ropa interior. Luego las medias y el jean, o el pantalón. Una crema. Posteriormente, ando por la casa así hasta desayunar. Me cepillo los dientes. Camisa, zapatos, perfume y listo.
No me había dado cuenta de que seguía exactamente el mismo orden hasta que en una reunión con unos amigos mi esposa pone el tema sobre la mesa y aparentemente era el único con ese de tipo de comportamiento (los demás lo negaron por completo).
Me acuerdo de las risas, del vino y de la tabla de quesos. Me acuerdo que regresando a casa le dije a mi esposa: “no sé de dónde sacas que yo hago las cosas en el mismo orden”. A lo cual, ella me responde: “si te cambio una sola cosa, te volverías loco”. Entonces, sin mencionarle palabra alguna, hice el intento y me di cuenta de que tenía toda la razón. Me vestí primero y me cepillé los dientes después, lo cual tuvo un efecto catastrófico en mi rutina porque di demasiadas vueltas para saber qué era lo que me faltaba hacer y a la final, se me olvidó el perfume.
No pienso confesarle a mi esposa que sí: si algo llega a cambiar en mi rutina estoy seguro de que me volvería loco (incluso si lee esta frase, lo seguiré negando), pero tenía un punto bastante válido.
El ejemplo puede ser muy cotidiano, pero me llevó a pensar en que no soy de la misma forma en todas las facetas de mi vida. Es decir, el hecho de que siga una rutina al pie de la letra como si tuviera setenta años no significa que vaya por la vida exactamente igual. He asumido riesgos, he tomado decisiones, me he enfrentado a situaciones difíciles porque tengo claro cómo deseo vivir mi vida y cuáles son esas cosas que anhelo hacer indefinidamente.
El cambio es necesario para avanzar, y nadie que permanece estático o siguiendo un mismo patrón, logra lo que quiere.
Y sin embargo, existen muchas personas que, al igual que mi rutina de todas las mañanas, se mantienen como fijas en un mismo punto, llevando a cabo las mismas acciones, esperando que eso los conduzca a algún resultado diferente.
¿La verdad?
No va a ocurrir.
La única forma de avanzar en la vida es implementando cambios que te acerquen a tu objetivo final. Punto.
Hacer cambios significativos en tu vida requiere sobrepasar la incomodidad que genera no saber qué va a suceder. Al enfrentarnos a la incertidumbre, podemos realizar una lista de cosas que pueden salir mal, y utilizarla para mantenernos en nuestro camino actual. Aprender a desconfiar de este impulso y saber que aunque pueda que algo salga mal, podríamos descubrir verdaderos tesoros en el proceso, nos abre la mente a recibir toda esa serie de cosas maravillosas que la vida nos tiene preparadas - Paul Millerd, The Pathless Path.
Es increíble cómo afirmamos que queremos algo y luego no hacemos nada al respecto. Decimos “quiero ejercitarme”,pero nunca ponemos un pie en el gimnasio o corremos; decimos “me encantaría ganar más dinero”, pero todo se queda en ideas que nunca inician.
Vivimos posponiendo los cambios que sabemos que tenemos que hacer para llegar adonde queremos ir.
Y si hay alguien con el poder necesario para corregir este comportamiento eres tú mismo. El problema es que dejamos pasar los días sin reparar en ello.
Hace tal vez unos seis meses, leí un libro que se llama Chop Wood, Carry Water de Joshua Medcalf, en el que el autor explica cómo enamorarse del proceso es clave para alcanzar el éxito. Y enamorarse del proceso quiere decir:
Entender las lecciones que la vida nos da a través de lo que vivimos
Tener claro que los fracasos no nos definen
Ser conscientes del inmenso valor del tiempo y de lo que podemos hacer con él
La mayoría de las personas sencillamente están ocupadas e ignoran las cosas que pueden convertir sus vidas en algo maravilloso. Todos sobre la tierra contamos con los mismos 86.400 segundos cada día, y la gente hace lo que quiere con este tiempo.
¿De qué manera estás gastando esos 86.400 segundos todos los días? ¿Estás trabajando en algo valioso e importante para ti? ¿Disfrutas de tu rutina cada mañana, cada tarde, cada noche? ¿Pasas tiempo de calidad con las personas que amas? ¿Te estás animando a asumir riesgos y a vivir experiencias nuevas? ¿Estás tomando acción inmediatamente o estás esperando a que “el momento perfecto” se de?
Algo que confesar: siempre le he temido a la sensación de ver hacia atrás y darme cuenta de que no hice nada con mi vida. Y en lugar de detenerme, ese miedo me ha impulsado a recorrer caminos que de otra manera nunca hubiera conocido.
Fue ese impulso el que me condujo a mudarme a Bogotá; fue ese mismo impulso el que años atrás me llenó de valor para abrir mi propio negocio; y es definitivamente el mismo que me sentó una noche y me obligó a escribir.
Nadie ha dicho que sería fácil.
Implementar un cambio conlleva compromiso, consistencia y motivación. Antes de ver los frutos de tus decisiones, las circunstancias se pondrán difíciles. Te cuestionarás acerca de si elegiste el camino correcto. Perderás la energía y vas a dudar de ti mismo.
En mi caso, llegó un punto en el que llamé a mis sueños “estupideces sin sentido”. Dejó de importarme el propósito por el que empecé a hacer las cosas, miré lo que tenía y todo me recordaba lo que se suponía ya tendría pero que aun no se hacía realidad. Perdí el optimismo que siempre ha hecho parte de mi personalidad.
No obstante, se me olvidó una sola cosa: los días oscuros también hacen parte del proceso.
Y no quiere decir que estés mal o que nunca alcanzarás lo que te propusiste en un principio. Sencillamente quiere decir que así es la vida.
Si haces lo que todo el mundo está haciendo, no importa cuán grandes sean tus sueños, llegarás a los mismos resultados - Joshua Medcalf.
Por eso, no esperes a que el momento perfecto se de; probablemente ya hayas echado a perder varios de ellos, por “esperar”.
No desaproveches todas las oportunidades que la vida te da para sacarle el máximo provecho a esos 86.400 segundos cada día.
No permitas que el miedo te corte el impulso. Si realmente quieres algo, traza el camino y sigue hacia adelante.
Introduce cambios, actúa diferente, sé consciente de que eres enormemente bendecido.
Y nunca, nunca, por más que la meta siga estando lejos, dejes de ser agradecido por lo que tienes ahora.
Lo que aprendí esta semana
A pesar de mi optimismo, puedo llegar a derrumbarme. Mi esposa es mi ancla y mi bastón.
Hay personas dispuestas a ayudar, si tan sólo nos abrimos y contamos lo que nos pasa.
Amo correr con mi perro, Benji, a pesar de que prefiere morder la correa que seguir corriendo.
Los días en los que me podía levantar después de las 7am, se acabaron.
La vida que llevo, las cosas que tengo, otras personas la anhelan. Debo dar gracias cada mañana.