¿Cómo sabes que lograste lo que esperabas?
Carpe Diem: vive en el presente y persigue lo que te apasiona. Sé feliz.
¡Feliz domingo!
A veces la vida nos pone de frente con situaciones que nos hacen preguntarnos hacia adonde vamos, o qué fue lo que hicimos para terminar en este lugar en donde nos encontramos ahora. A veces incluso nos trae de vuelta todos esos viejos errores que creímos estaban enterrados en un antiguo baúl del pasado, y que pareciera nos repitieran “ni creas que será tan sencillo”. A veces lo único que nos queda por hacer es enfrentarnos a las consecuencias de lo que hicimos anteriormente.
Esta semana la vida hizo eso conmigo. Miento, esta semana me lo provoqué a mí mismo. Tal vez sea el fin de año que se aproxima o porque últimamente no me he sentido de la edad que tengo, pero he pensado mucho en cada situación que me trajo hasta aquí.
En primer lugar, he pensado en la cantidad abismal de errores que he cometido. Y lo dejaré hasta allí, en cantidad abismal, porque de animarme a enumerarlos y a detallarlos todos jamás terminaría.
Los errores, después de todo, son demostraciones de todo aquello que debemos cambiar para seguir adelante.
No me lamento por ellos (bueno, quizás sólo de un par), y creo que se me vinieron a la mente porque me hice la pregunta que me hago todos los años por esta época… ¿lograste lo que esperabas?
Sí.
No obstante, en este año también…
Herí
Mentí
No fui sincero conmigo mismo
Tuve fuertes dudas en cuanto a las decisiones que había tomado
Volví a encontrarme con viejos demonios
Dudé y volví a dudar de mi mismo y de mis capacidades para lograr lo que quería
Y sólo en este sentido, tengo que admitir que no. Que no logré lo que esperaba. En ocasiones es difícil para mí mirar hacia atrás y darme cuenta de que estoy bastante lejos de ser perfecto, y que por ende, seguiré cometiendo equivocaciones. Es decir, nadie hiere a propósito pero aun así sucede; nadie miente queriendo hacer daño pero pasa; nadie se levanta un día y decide no confrontar sus verdaderos deseos por el motivo que sea, pero pasan los días y es de esa manera.
En cada temporada de nuestra vida tendremos ese balance: los sueños que guían nuestro camino hacia adelante, y las cosas que no salieron tan bien como esperábamos. Y debemos aprender a encontrar paz con ambas.

Sin embargo, esto es un proceso. Nunca sucede de golpe. Y, al menos en mi caso, se trató de un proceso de al menos un par de años.
Desde que tengo memoria, siempre he querido una familia. Una familia de cinco: mi esposa, yo, y tres hijas. No sé donde saqué la idea, pero sí sé que ha estado presente por un buen tiempo en mi vida. Años y años más adelante, me casé, y podrías pensar que como me encontraba un paso más cerca de cumplir ese sueño, todo saldría perfecto. Pero no fue así. La vida empezó a darme pistas de lo que quería realmente para mí y que al mismo tiempo había optado por dejarlo en cuarto, quinto, quizás hasta el último lugar.
Era consciente de la vida que había conseguido, es decir, mis ojos podían ver las cosas materiales y los lujos que había tenido la fortuna de conseguir. Era capaz de tocar lo que para mi propia versión de catorce años sencillamente era inalcanzable. No obstante, también fue creciendo en mí la sensación de insatisfacción con lo que hacía todos los días. Y llegó a ser tan fuerte que perdí el rumbo y empecé a desconocer lo que con tanto esfuerzo había conseguido.
Levantarme y poner un pie fuera de la cama se volvió una pesadilla; asistir a reuniones una tras de otra, una tarea que, en pocas palabras, estaba obligado a cumplir. Y sin mencionar la rutina de la semana que sentía me carcomía por dentro.
Definitivamente, me sucedió como lo afirmó Marco Aurelio tantos años atrás, “nuestra vida es en lo que nuestros pensamientos la convierten”.
Lo tenía todo pero no tenía nada. La felicidad me evadió porque decidí centrarme en lo que no tenía.
Pensaba en que si no lograba tenerlo todo como lo deseaba, entonces no iba a poder ser feliz; creía que una sola cosa contaba con el poder de opacar lo demás.
Ahora, mirándome a través de todos esos años, sé que estaba equivocado. La vida nunca va a ser perfecta, pero eso no es razón suficiente para echarlo todo por la borda y creer que no había conseguido nada.
¿Cómo supe entonces que sí, que sí había logrado muchísimas cosas en mi vida?
Sencillo.
“Si tienes un pasado que no te deja satisfecho, olvídalo ahora. Imagina una nueva historia para tu vida, y cree en ella. Concéntrate sólo en los momentos en que conseguiste lo que deseabas, y esta fuerza te ayudará a conseguir lo que deseas ahora”.
Paulo Coelho, La quinta montaña.
Paulo Coelho es uno de mis autores favoritos y aun así no lo cito mucho.
Debería.
Esta cita (con la que me topé otra vez hace poco) contiene algo que es extremadamente importante y que había ignorado casi que por completo. Y es que la única manera para percatarnos de lo lejos que hemos llegado en la vida es echando un vistazo atrás y siendo conscientes tanto de las luchas que superamos como de los sueños que aun nos quedan por cumplir.
Por eso, antes de vivir en frustración, piensa en lo siguiente:
Nadie llega al éxito sin haber tropezado unas cuantas veces en el camino.
En cualquier punto en la vida, siempre existirán motivos para ser agradecido.
La fuerza con la que hoy cuentas surgió de superar más de una dificultad en la vida.
Si deseas cambiar algo en tu realidad actual, da primero un paso y luego el siguiente. Sé consciente de que todo es un proceso.
“Cuando reflexioné sobre quién era en realidad, pude empezar a construir mi vida alrededor de las cosas que valoraba más. La mayoría de nosotros avanzamos en piloto automático en la vida, sin embargo, es posible romper con ese ciclo a través de simples ejercicios de meditación”.
Paul Millerd, The Pathless Path.
Reconoce la distancia que has recorrido.
Date crédito por las crisis que has dejado atrás.
Agradece por lo que la vida te ha regalado.
Visualiza lo que aun no has conseguido y trabaja todos los días por ello.
Y es cierto, aunque ahora mismo el sueño de construir una familia permanezca esquivo, y por más que enfrente nuevos desafíos en lo que resta de este año y en el que viene, estoy convencido de que sí, de que sí he logrado lo que esperaba.
Es sólo que había estado demasiado ocupado para darme cuenta de ello.
Lo que aprendí esta semana
Me encanta revisar lo que ha sido de mi vida en esta época del año. Hay algo mágico en el ambiente de un Diciembre que, en lo particular, ha traído muchísimos cambios a mi vida.
Todos necesitamos de muy poco para ser felices. Nos fascina complicarnos la existencia.
Me encuentro en un punto de mi vida en el que priorizo mirar hacia adelante y sacar el máximo provecho a los momentos que tenga la fortuna de vivir.
Benji, mi Golden Retriever, se comporta como un niño de seis o siete años. Me la paso diciéndole no a todo.
Canción de la semana: Unstoppable de James Blunt.