¿Cómo aumentar tu apreciación por la vida?
Carpe Diem: un rincón en el mundo en el que te recuerdo por qué vivir en el presente es la mejor forma de ser feliz.
¡Feliz lunes!
A veces olvidamos lo feliz que podemos ser con poco. Es increíble cuántas veces me tengo que recordar lo mucho que disfruto pasar tiempo con mi perro, o el hecho de contar con días en los que no tenga una agenda predeterminada ya repleta de compromisos. Porque los aprecio, y en exceso.
Lo cierto es que sentir apreciación por la vida cuesta. Y mucho. No es fácil girar a los costados y ser consciente de que lo que tienes lo conseguiste gracias a tu esfuerzo y a meses (quizás años) de dedicación y de sacrificios. No es fácil porque nunca tenemos tiempo de centrar la mirada hacia nosotros, pero sí contamos con tiempo de sobra para mirar a la vida de los demás.
¿Acaso no es un poco absurdo? ¿Cómo, para cuestiones que deberían lo más importante para nosotros como lo es nuestra propia felicidad, preferimos hacer caso omiso a ellas?
Y así pasamos los días: viendo el pasto de la cerca de enfrente.
Por estos días me detuve a pensar en lo que ha venido sucediendo en mi vida. Sí, no es sencillo lo que está ocurriendo. Sí, en ocasiones estoy bien, en ocasiones no tan bien. Sí, hay noches en las que quiero lanzarme por la ventana (no en el sentido literal, por supuesto). Pero lo que ocupó mi atención era la sensación de que, en realidad, me estaba echando a morir por circunstancias que ya no estaban bajo mi control.
Me explico.
Haber llegado al término de una relación que me dio tanto ha sido lo más duro que he tenido que enfrentar en mi vida. Pero, ¿eso significa que el amor ya no existe para mí y que de repente moriré completamente solo?; verme a la cara con los espacios vacíos y con la soledad es difícil, especialmente cuando has desarrollado cierto apego a la persona que tenías a tu lado, pero ¿eso significa que eso define de forma negativa este episodio de mi vida?
No.
Ciertamente no.
El problema era que sí lo creía, y esta semana me di cuenta de que contaba con dos opciones:
Entraba en ese espiral de pensamientos negativos acerca de lo que estaba pasando y dejaba que las emociones asumieran el control.
Le decía “vete al carajo” a ese pesimismo progresivo, me sacudía el polvo y permitía al universo actuar a través de las circunstancias que colocara en mi camino.
Y una tuvo más peso que la otra, por obvias razones.
Estoy empezando a sentir el impulso de decirle “vete al carajo” a todos aquellos pensamientos que me inundan la cabeza en ocasiones; a esas noches en las que derramo lágrimas como ríos; a esas agrias tardes de domingo en las que, así como la oscuridad de la noche empieza a caer, así mismo desciendo yo en un movimiento rapidísimo imposible de detener. Es esa actitud de “vete al carajo” la que me ha obligado a ser consciente de que me estaba equivocando: estaba dejando de lado las cosas buenas que me rodean.
Ahora, surgían unas preguntas para mí una vez fui capaz de irme percatando de ello:
¿Cómo es posible tener mucho más en cuenta todo aquello que consideraba importante, a pesar de las circunstancias que estaba atravesando?
¿Qué estrategias podía implementar en el caso que atravesara por una situación difícil, con el fin de poder sobrellevarla sin afectar demasiado mi propio estado de ánimo?
¿De qué formas puedo convencerme de que estoy justo donde tengo que estar, mientras que el panorama a mi alrededor sencillamente no es el que quisiera?
Déjame decirte algo…
El paso más importante hacia apreciar la vida que tienes consiste en dar gracias por tu momento presente, mientras trabajas por lo que quieres.
Y uno de los métodos más eficaces para lograr esto se llama visualización.
La visualización no es más que un ejercicio consciente en el que literalmente visualizas tu propia vida en espacios de tiempo que pueden variar de entre 1 a 3 años (o incluso más si así lo deseas). Se trata de salir a caminar, ponerle un alto a la vida, y tratar de evocar todos esos pensamientos, ideas y sueños acerca de la dirección que quieres tomar; además de que también procura por crear cierta especificidad, ya que se aleja de esas imágenes vagas que todos tenemos acerca de nosotros mismos y de logros que podemos llegar a alcanzar.
Es así como en ese ejercicio de visualización podrías tener una idea bastante clara de que deseas ganarte la vida escribiendo y de comprarte una casa frente al mar, pero si lo llevas a cabo de la manera correcta, la visualización te obliga a centrarte en los pequeños detalles y en el esfuerzo que le imprimes a cumplir tu sueño cada día.
Por ejemplo, en ese mismo escenario de escribir y de la casa frente al mar, puedes visualizar sacando tiempo todas las noches para redactar los artículos, diciendo no a actividades que te distraigan, y ahorrando una cantidad de dinero cada mes para esa casa del futuro que tanto deseas.
Así funciona, y debo decir que es de las mejores lecciones que he aprendido en lo que va de este año.

Pema Chödrön, autora estadounidense dedicada al budismo tibetano, escribió un libro increíble titulado When Things Fall Apart: Heart Advice for Difficult Times, y afirma lo siguiente acerca de nuestra propia insatisfacción por la vida:
Cuatro pares de opuestos nos mantienen estancados en un ciclo constante de decepción, porque gastamos toda nuestra vida buscando uno y evitando el otro: placer vs dolor; elogio vs crítica; fama vs vergüenza; triunfar vs perder. Nos la pasamos persiguiendo a uno y escapando al segundo, y nos olvidamos de que la vida es una moneda que siempre cuenta con dos lados.
En otras palabras, tu insatisfacción radica en que buscas con anhelo el placer, los elogios, la fama y la sensación de triunfo, ignorando el hecho de que en el proceso vas a caer, vas a ser lastimado, vas a sentir vergüenza, y vas a perder.
La vida siempre tiene dos lados de la misma moneda. En lugar de evadir las experiencias que nos van a ayudar a crecer, deberíamos aceptarlas y sacar lo mejor de ellas.
Cuando leí la cita anterior, supe que era tiempo de implementar un cambio importante en mi vida: permitir que la vida fluyera en mí. No me correspondía ejercer control sobre circunstancias que claramente se escapaban de mis manos; tampoco estaba bien convencerme de que mi vida no iba a ningún lado.
Al permitir que la vida fluyera en mí, lo que estaba diciendo era que aceptaba cada instante, cada cambio y cada circunstancia nueva porque de alguna manera me llevaban por el camino que debía recorrer.
Es decir, empecé a confiar, y a abandonar la idea de que no tenía ningún sentido lo que hacía.
Entonces me di cuenta de que las caminatas por el parque con Benji en esas tardes apagadas de domingo empezaban a adquirir un significado diferente; esas noches en las que veía un apartamento vacío, ya se ven como llenos de posibilidades; esa relación fallida con la persona que más he amado, ya no tiñe mi corazón de amargura, dolor y de culpa.
Ese es el profundo efecto que genera el ser agradecido y visualizarnos hacia más adelante. Nos recuerdan que sí… que sí podemos llegar a apreciar todo lo que hace parte de nuestra vida.
Lo que aprendí esta semana
Hay situaciones inesperadas que llegan y se convierten en la distracción perfecta que no sabíamos que necesitábamos.
Para apreciar la vida, no requieres tanto de que las circunstancias en sí cambien; sino que veas tu realidad bajo una perspectiva renovada.
Ya sabía que roncaba al dormir, pero llegué a un punto en el que me sorprendo de mis propios alcances.
Canción de la semana: You’re Missing de Bruce Springsteen.