Balances y propósitos
Carpe Diem: un rincón en el mundo en el que te recuerdo por qué vivir en el presente es la mejor forma de ser feliz
¡Feliz domingo!
Esta semana me empecé a preguntar acerca de todos esos propósitos que nos trazamos al inicio del año. Tú sabes, todo ese conjunto de metas que afirmamos que vamos a alcanzar y que guiarán nuestra vida durante los próximos 365 días. Yo mismo me comí las 12 uvas el 31 de diciembre, segundos después de que en Barranquilla, la ciudad donde vivo, se escucharan “los pitos” (que no son más que unas sirenas que suenan cuando se hacen las 12), mientras repetía en mi cabeza un objetivo por cada mes del año.
Y la razón por la que me preguntaba acerca de esto es porque sentí que había diseñado una lista de objetivos, pero en ningún momento me propuse descifrar quién era esa persona en la que aspiraba convertirme.
No.
No lo hice en ese instante y no lo había hecho hasta este momento en mi vida.
Si lo piensas, es bastante absurda la idea de llenarnos de pequeñas tareas o de cosas por alcanzar, y ni siquiera preguntarnos sobre quiénes somos en realidad o sobre si vamos por el camino correcto hacia esa mejor versión de nosotros mismos a la que anhelamos llegar. Creemos que declaraciones positivas van a acercarnos a ella y a hacer el sendero mucho más fácil de transitar, quizás hasta resolverlo, pero he aprendido que la vida se trata más acerca de lo que llevas a la acción que de lo que dices.
Es por eso que antes de cualquier cosa, empieza por contestar esta serie de preguntas:
¿Cómo es esa persona en la que aspiro convertirme? ¿Cuáles son sus cualidades? ¿A qué se dedica?
¿Cómo es su perspectiva de vida? ¿Qué desea lograr? ¿Cómo invierte su tiempo? ¿Qué le apasiona?
El producto final que surja de estas respuestas, es lo que sí debería guiar cada una de tus decisiones y objetivos en el año que acaba de iniciar.
“La única cosa verdaderamente importante acerca del día de hoy, o acerca de cualquier día en realidad, es quién te conviertes en el proceso”.
Joshua Medcalf - Chop Wood, Carry Water.
Este 31 de diciembre fue demasiado especial. Y fue especial por la playa sí, por la comida por supuesto, pero creo que la razón real es que las personas que estuvieron allí lo volvieron de esa forma. En los últimos cinco o seis años de mi vida, no he sido muy cercano a mi familia como me hubiera gustado desde el fondo de mi corazón. Hemos tenido conflictos, claro que sí: espacios de tiempo en los que no nos hemos dirigido la palabra siquiera o tenido la iniciativa de buscar una conversación y saber algo de la vida del otro.
Sin embargo, ese martes, entre las 10am y las 5pm, en Puerto Velero, una playa que amo visitar, todo fue diferente. Y me da una alegría inmensa decirlo.
Estuve con Benji, quien se ensució tanto de arena que apenas regresé a casa, no me quedó otra opción sino bañarlo de patas a cabeza de inmediato. Dos tías, un primo, un tío, mi hermana y mi mamá completaron la audiencia que compartió tres o cuatro jarras de sangría aproximadamente, una o dos botellas de champaña (porque en lo que se refiere a eventos como estos, una de mis tías siempre quiere hacer un brindis), y uno que otro coctel improvisado con lo que sobró de todo lo anterior.
Escuchamos música, mi hermana habló sobre un tipo, mis tías recordaron anécdotas viejas de su infancia (incluyendo historias acerca de mi madre que desconocía), compartí los sucesos más recientes sobre mi vida personal, nos bañamos en el mar, ellas bailaron en la orilla como si la discoteca se les hubiera perdido, di varios paseos con Benji y pudo correr libremente por donde se le dio la gana, y en fin, el día entero fue como un conjunto de momentos improvisados y espontáneos que me pusieron en sintonía con algo que tal vez creía perdido: la calidez de personas que sabes sólo desean lo mejor para ti y que sabes no te juzgarán por nada que pueda salir de tu boca.
De verdad que fue un día inolvidable.
“Los días lindos en tu vida no van a llegar por sí solos. Debes caminar hacia ellos”.
Rumi.
Volviendo a la cuestión de quién es esa persona en la que ansías convertirte, el verdadero motivo por el que procuré estar allí en esa playa en ese día, fue porque comprendí que esa persona para mí siempre estaría en una constante búsqueda de momentos de ese estilo. Momentos en los que no se requieren de grandes cosas; momentos en los que sólo vale estar 100% presente; momentos en los que las preocupaciones no existan o se dejen para después; momentos tan valiosos que nos recuerden cuál ha sido nuestra esencia desde que tenemos memoria.
Y eso abrió mi mente, porque tengo claro que estoy dispuesto a vivir instantes así cada vez que sea posible.
Esta es mi invitación para ti.
Averigua todo lo que puedas acerca de quién es esa persona a la que aspiras llegar a ser. No delimites tu camino sin antes tener claro cada aspecto de esa persona y lo que quiere, lo que sueña y a lo que le teme, lo que valora y lo que extraña, a lo que le da un gran nivel de importancia y lo que no ocupa su atención, su comportamiento y a lo que le dedica la mayor parte de su tiempo. Y cuando obtengas las respuestas, entonces sí traza la ruta que te permitirá convertirlo en realidad.
La vida que sueñas no siempre necesita de un plan. A veces, sólo requiere del coraje de decir “este capítulo se cierra. Ahora daré inicio a uno nuevo”.
Case Kenny.
El fin de año para mí es un periodo para hacer un balance y para establecer nuevos propósitos. Un balance se realiza considerando tres puntos fundamentales:
¿Qué fue lo que salió bien?
¿Qué fue lo que salió mal?
¿Qué aprendí de todo lo que pasó?
Vengo realizando, por segundo año consecutivo, una autoevaluación sobre mis propósitos antes de dar por finalizado el año - te lo comparto en este enlace. Y debo decir que colocar las cosas en perspectiva, en un espacio en el que sólo converses contigo mismo sin juicios de ninguna índole, es lo mejor que puedes hacer para reencontrarte con tus anhelos y tus sueños. En otras palabras, para reencontrarte con esa persona de la que tanto hemos hablado.
Es esta autoevaluación la que me ha ayudado a ser más comprensivo conmigo mismo, a no dar por sentado nada de lo que he conseguido en un periodo de tiempo, y a ser mucho más consciente de las áreas en donde tengo que seguir trabajando.
CS Lewis lo dijo de la siguiente manera: “no puedes volver y cambiar el inicio, pero puedes comenzar donde estás y cambiar el final”.
De eso se trata.
De saber qué fue lo que hiciste que te entregó momentos llenos de felicidad y de satisfacción; de identificar también qué te llevó a cometer errores y a perder el rumbo, y de tomar los correctivos necesarios para prevenir que sucedan otra vez; de empezar a actuar hoy conforme a las cosas y a las personas que más tienen importancia en tu vida.
Y esta es una manera muy poderosa de afrontarla.
Lo que aprendí esta semana
Las mañanas lentas son el combustible ideal para mi alma. Un café y un libro se han convertido en la perfecta combinación que despeja mi mente e incita mi imaginación.
Para que las cosas salgan bien, nunca hay que forzarlas. A veces, sólo hay que permitir que fluyan y se desenvuelvan como deban desenvolverse.
Enfocarse en el ahora también quiere decir que no vamos a comprenderlo todo en la medida en que ocurre, sino tiempo después, cuando seamos capaces de mirar atrás.
A Benji, mi Golden Retriever, no le gusta estar solo. Busca siempre merodear cerca, así sea para dormirse al lado mío.
Canción de la semana: Miracles de Alexis Ffrench.