Aunque sea difícil, no pierdas el impulso
Carpe Diem: Persigue lo que te apasiona (aun si no tienes tiempo para ello)
¡Feliz domingo!
Desde los 12 o 13 años he sentido el impulso de dedicarme a escribir. Por eso, cuando cumplí los 27 y entendí gracias a las experiencias que tuve que no existía otra opción para mí, decidí buscar todas las maneras posibles de convertirlo en realidad. Más recientemente, me dediqué a materializar un proyecto y estaba motivado en exceso. Sin embargo, con el pasar de los meses y no ver progreso, me desanimé casi que por completo.
Y me pregunté, ¿por qué pasa esto?
¿Por qué? Si tengo claro hacia dónde dirijo mi vida.
Pasa porque creí que vería resultados inmediatamente, y esto no siempre sucede así. De hecho, rara vez las cosas que valen la pena en la vida ocurren de la noche a la mañana. Casi que todas las veces se trata de una cuestión de esfuerzo tras esfuerzo, día tras día, hasta que poco a poco las puertas se van abriendo y ese sueño, que en un inicio parecía tan lejano, de repente ya no lo es tanto.
El problema surge cuando sabemos que estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos y aun así, no vemos los resultados en el corto plazo.
¿Cómo mantienes la motivación arriba en esos casos?
¿De qué forma logras persistir cuando ya se suponía habrías dado pasos en la dirección correcta?
Y eso fue lo que me pasó a mí en los últimos días. Inicié convencido de que vería resultados y, cuando no los vi, mi motivación se vino al piso.

En el libro, It Takes What it Takes, de los autores Trevor Moawad & Andy Staples, se describe con exactitud qué hacer cuando sabemos hacia dónde vamos pero no parece haber progreso en lo absoluto.
“La mentalidad de hacer lo que sea necesario no está limitada a los grandes momentos. Esta mentalidad involucra todas las luchas y esos días en los cuales las cosas no marchan de la manera que queremos; cuando no soportamos a nuestros jefes, o cuando las circunstancias parecieran estar en nuestra contra. Este principio nos recuerda que los factores externos no definen nuestro camino. Nosotros lo hacemos. Así que un 50% no quiere decir que debamos rendir el 50% restante”.
En pocas palabras… haz lo que sea necesario.
Cuando las cosas no marchen como las deseas, haz lo que sea necesario. Cuando te encuentres a las puertas de un gran cambio en tu vida, haz lo que sea necesario. Cuando te estés esforzando demasiado por un objetivo y no veas resultados, haz lo que sea necesario.
Suena sencillo y, siendo honesto, lo es. Pero no por eso hace que llevarlo a la práctica resulte de esa manera. ¿La razón? Somos la acumulación de los pensamientos que se nos vienen a la cabeza en un momento dado. Es decir, que el problema no es tanto que no veamos resultados tan rápido como hubiéramos querido, sino que nos llenamos de tantos pensamientos negativos que nos provoca tirar la toalla.
Pensamientos como:
¡Qué absurdo haber creído que esto era posible!
No sé en qué estaba pensando.
De verdad que todo esto fue una verdadera pérdida de tiempo.
¡Qué estúpido! Mejor me quedo en el mismo punto donde estoy ahora.
Cada una de estas frases dieron vueltas en mi cabeza en los últimos días. Y el sueño, en consecuencia, volvió a hacerse inalcanzable.
“La visualización es un instrumento crucial para el éxito que frecuentemente es ignorado por completo. Este enfoque no se trata de vivir envuelto en sueños lejanos. Es, en realidad, la práctica que nos permite pintar la imagen clara del camino hacia el éxito, teniendo en cuenta cada uno de los detalles que la componen, antes de que ocurran”.
Trevor Moawad & Andy Staples.
La única forma de colocarnos de nuevo sobre el camino que establecimos inicialmente, es visualizar cada paso que nos termine conduciendo hacia nuestro objetivo, teniendo en cuenta de que los tropiezos también forman parte del proceso.
En el momento que decidimos seguir un camino determinado, somos conscientes de que nada está garantizado, de que tal vez sufriremos tropiezos y de que nos corresponde a nosotros enfrentarlos si en verdad deseamos convertirlos en realidad.
Allí en ese punto en el que las cosas se tornen difíciles, es que debemos tomar una decisión que tiene el potencial de cambiar nuestra vida: o persistimos porque sabemos qué tan importante es para nosotros lo que queremos alcanzar, o nos damos por vencidos y abandonamos todo lo que habíamos construido hasta el momento.
Esta decisión separa a los que alcanzan el éxito de los que no.
Nadie dijo que sería fácil.
Darte cuenta de que no estás viendo los frutos de tu esfuerzo es algo que duele y puede que incluso destruya el impulso y la motivación con que empezaste. Pero, ¿qué tal si sigues actuando a pesar de ese sentimiento? ¿Qué es lo peor que puede pasar?
Como lo señala William H. McRaven en su libro Make Your Bed:
“La clave está en permanecer fuerte, enfrentar a los problemas con la cabeza en alto, y rehusarnos a abandonar nuestros sueños. Nosotros somos los que tomamos las decisiones en nuestra vida, y contamos con el poder para hacerla grandiosa”.
Así que la próxima vez que sientas que te has esforzado demasiado y no has visto resultados concretos, pregúntate ¿qué es lo peor que puede pasar si sencillamente continúo? ¿Es preferible para mí seguirlo intentando y tener la posibilidad de ver algún resultado así no sea de inmediato, o rendirme y ni siquiera abrir esa puerta?
Para mí resulta bastante obvio.
Y lo es porque concuerdo con Sartre cuando dijo que “la felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace”.
Consejo de la semana
Visualiza cada detalle del objetivo que persigues, incluso todo aquello que puede salir mal. Intenta prepararte para ello y toma medidas que te permitan mantener el curso.
Determina el día a día, los pasos que te llevarán al éxito, no sin antes saber con exactitud cómo luce esa vida a la que aspiras.
Sobre todas las cosas, si aun no ves resultados en esas cosas que tanto deseas, recuérdate cuál es el objetivo final y toma la decisión de no rendirte.