“Ahora tú te encargas del resto”
Carpe Diem: Vive en el presente y persigue lo que te apasiona. Sé feliz.
¡Feliz lunes!
Esta semana decidí soltar algo muy importante en mi vida. Y la verdad es que no fue tarea sencilla. En primer lugar, porque involucraba algo que guió muchas de mis decisiones en los últimos dos años; y en segundo lugar, porque al hacerlo, surge casi que enseguida esa amarga sensación de fracaso.
No pude, no lo conseguí, no soy lo suficientemente bueno, mis sueños son estúpidos, qué idiota, y así seguimos, como si la negatividad hubiera conducido a la humanidad a algún sitio de provecho. Tal vez sabemos que no nos ayuda para nada, pero continuamos de todas formas; tal vez conozcamos el impacto que tienen en nosotros esas afirmaciones, pero decidimos no hacer nada al respecto.
¿Cómo aprendí a soltar?
Teniendo claro que yo llego hasta cierto punto y que luego Dios o la vida se encarga del resto.
Y como dije anteriormente, lo único fácil es escribirlo.
El año pasado viví la experiencia más dura que tuve que enfrentar en mi vida. Con una semana de diferencia, me había quedado sin trabajo y mi matrimonio se había venido abajo. Anduve por varios días medio perdido en mis pensamientos, medio no queriendo pensar nada, intentando repasar cada situación que pudo haberme conducido hasta ese punto. Me sentía perdido, sin ninguna noción alguna acerca de qué hacer de ese punto en adelante.
Sin embargo, cuando el humo se asentó y pude encontrar un poco de paz, fue evidente para mí que lo que me quedaba era una sensación de culpabilidad. Y esa culpabilidad se alimentaba de una emoción que no conocía demasiado bien.
El arrepentimiento.
Sí, me arrepentía de haber tomado la decisión de mudarme a Barranquilla; me arrepentía de haber renunciado a mi trabajo en Bogotá; me arrepentía de todas las ocasiones en las que intenté convencer a mi esposa de que era buena idea venir a esta ciudad; me arrepentía del manejo que le di a mi matrimonio; llegué a arrepentirme incluso del hombre en el que me había convertido. El arrepentimiento me llevó a lugares muy oscuros de mi cabeza. Recuerdo perfectamente una noche en la que pensaba en lo increíblemente tranquila que debía de ser la vida de otras personas, mientras que allí estaba yo, un completo fracaso que ni siquiera dormía en su propia cama. Las ideas acerca de lo que esa experiencia me decían sobre mi mismo empezaron a dominar mi mente, y por más que me esforzaba, no lograba cambiarlas. Era como si fuera en contra de la corriente, la cual no sólo iba en la dirección opuesta, sino que además lo hacía con mucha más fuerza que la que yo tenía.
El arrepentimiento duró bastante tiempo y puso a prueba cada una de las concepciones que tenía sobre mi mismo.
El arrepentimiento me hizo sentir pequeño, casi que inexistente. El arrepentimiento me hizo creer que era la persona más estúpida sobre la tierra. El arrepentimiento me hizo criticarme en exceso por los errores que cometí.
En conclusión, me hizo creer que no tenía el más mínimo valor y que no valía la pena continuar siquiera.
No es el ruido de las personas alrededor las que se convierten en poderosos distractores de lo que en realidad valemos como personas, sino el cotorreo incesante de nuestra propia mente. Para poder concentrarnos en lo que viene más adelante se hace necesario que esta voz interna se aquiete.
Daniel Goleman.
¿Cómo dejé de sentir tanto arrepentimiento por lo que había hecho?
Entendiendo que algo era distinto en mí a raíz de lo que había vivido. Siendo consciente de que cada error me había moldeado en la persona que era ahora, y que eso tenía mucho más de positivo que de negativo.
En otras palabras, comprendí algo muy importante: debía soltar lo que fue e identificar en quién me había convertido.
Y una vez lo descifré, todo cambió para mí.
Pero tuve que tomar una decisión primero, y esta decisión involucraba aprender a soltar. A soltar la noción de derrota, a soltar la pregunta que nos hacemos todos de “¿qué hubiera pasado si…?, a soltar ese falso pensamiento de que no era nada más que un fracaso, a soltar la idea de que nunca superaría lo que había pasado, a soltar la creencia de que había arrojado a la basura todo lo que había construido por años.
Eran, en definitiva, demasiadas mentiras.
Y así como lo mencioné al principio, esta semana decidí soltar. Venía tan frustrado por no ver los resultados que esperaba ya fueran realidad, que fue como si yo mismo me hubiera impuesto una carga de un peso descomunal sobre los hombros. Si bien no es fácil ver que tus sueños se tardan en llegar, no está bien vivir en amargura por ello.
La siguiente frase, de cuya autoría no estoy seguro y la que dio pie al tema de esta semana, lo sintetiza mejor:
Todo llega. No te apresures en entender todo de inmediato. La vida se desenvuelve a su propio ritmo, y muchas veces lo que hoy no tiene sentido, mañana lo tendrá. Acepta la incertidumbre, porque en ella también hay oportunidades. No todo necesita ser resuelto de inmediato; a veces, solo necesitas dar un paso atrás, respirar y dejar que las respuestas lleguen cuando deban llegar. Confía en que, con el tiempo, todo caerá en su lugar.
Fue así como dejé salir lo que guardaba dentro. Fue así como le dije a Dios “hasta aquí llego yo. Ahora tú te encargas del resto”.
Lo que aprendí esta semana
Hay que saber esperar. Eso es, agradecer por lo que se tiene ahora mientras se trabaja por lo que se quiere.
Si me duermo tarde, no me despierto con facilidad. El sábado Benji se subió a la cama, me mordió la oreja, ladró y de seguro me mordió, y yo sólo me enteré cuando mi esposa me contó a la mañana siguiente.
La mayoría de situaciones estresantes en la vida suceden únicamente en nuestra cabeza.
Soy experto saludando a las personas que cumplen años y olvidar felicitarlas por completo.
Canción de la semana: Carry Me Away, de Trent Dabbs.
Así como lo dices. A veces tenemos que confiar en algo "superior" a nosotros.
Hay demasiadas cosas fuera de nuestro control, y aun así nos desvivimos por poder controlar. Quizá la alternativa es dejar que las cosas se vayan desenvolviendo por si mismas, porque como humanos estamos limitados a lo que podemos hacer.
"Teniendo claro que yo llego hasta cierto punto y que luego Dios o la vida se encarga del resto" me encanta esta frase ✨❤️