5 enseñanzas del estoicismo que te ayudarán a vivir una vida más plena
Carpe Diem: Tips, hábitos y mindsets que te ayudarán a lograr más y a vivir una vida más plena, cuando cuentas con menos tiempo.
💬 Esta semana aprendí que no hay nada dicho cuando del corazón se trata.
🤔 Hoy me pregunto, ¿cómo es que somos capaces de no ser agradecidos con lo que nos rodea?
🎧 Canción de la semana - Born to be my Baby (This left feels right version), Bon Jovi
¡Feliz martes!
Es difícil para mí no sentirme conectado con las enseñanzas del estoicismo. Siento que de muchas maneras que ni yo mismo sé cómo explicar, siempre he buscado algo más para mi vida que lo físico que me rodea. Y a ese algo ni siquiera alcanzo a ponerle un nombre. Tal vez propósito, tal vez un objetivo de vida, tal vez algo que me encienda el alma.
No lo sé, pero continúo en la búsqueda.
Me hice familiar con el estoicismo cuando sentí que lo había perdido todo. En medio de los momentos de soledad fue que encontré el valor para descubrir mi propia voz interna, aquella que quizás había permanecido adormecida a lo largo de tantos años de vida y quién sabe por qué. Descubrí que algunas metas que me había trazado habían perdido validez y que hallaba una especial felicidad en las cosas pequeñas, en las cosas simples que terminaban por alegrar mi corazón.
No es mi intención explicar qué es el estoicismo, quién lo fundó, ni cómo se originó. Creo que si tengo en cuenta las influencias más recientes en mi vida, el verdadero propósito de estas líneas es el de demostrar cómo algunas ideas principales del estoicismo pueden transformar tu vida, así como en gran medida lo han hecho con la mía. Después de todo, sólo tú conoces cómo ciertas palabras pueden tocarte el espíritu y ayudarte a avanzar en la dirección que quieres.
Lo que a veces falla es la decisión.

“La felicidad no depende de lo que tienes o de lo que eres, sino exclusivamente de lo que piensas” - Marco Aurelio
La semana pasada me sucedió algo muy particular. Era domingo y me levanté a eso de las 9am. Como era de esperar, Benji ya me lamía la mano que colgaba fuera de la cama y se hacía notar abriendo el closet (aun no descubro cómo lo logra) y sacaba todos los pares de zapatos que podía. No los mordía (de hecho, nunca lo hace), sencillamente los acomodaba cerca de su cuerpo y se quedaba allí, medio pasándoles la lengua, medio mirándome con esa expresión entre travesura y felicidad. Me levanté cuando me di cuenta de que no tenía otra opción, me lavé la cara, me cambié y lo saqué a pasear.
Ya afuera, Benji hizo lo que todo perro hace en las mañanas y se adelantó unos metros más porque quería seguir en la calle. Al principio, yo no quería. Lo que realmente quería era regresar y prepararme el desayuno. Pero era domingo y no tenía algo mejor en mi agenda que pasar tiempo con mi perro. Decidí llevarlo hasta el parque.
Luego de cierta distancia en la que Benji hacía demasiado visible su miedo a los camiones o camionetas grandes (por su sonido fuerte, entrecierra los ojos e intenta ocultarse detrás de lo que sea), pude caminar junto a él a través del sendero de concreto que rodea y se mete dentro del parque. Caminaba lento, caminaba más rápido, saltaba, se movía en zigzag (lo cual me molesta un poco porque me hace tropezar) y, por supuesto, se abalanzaba sobre otros perros que terminaban por gruñirle y dañarle la diversión.
Después de unos 40 minutos tal vez, regresamos a casa, le limpié las patas, le serví el desayuno y de paso me serví el mío.
Esa mañana de domingo se convirtió en una de las mañanas más felices que he tenido la fortuna de vivir en los últimos meses.
Debo confesar que había vivido esa misma mañana muchas otras veces, y en lugar de estar feliz, me recriminaba por ella.
¿Qué cambió?
La certeza de que era afortunado por sencillamente haber estado allí.
“No busques que todo pase como lo deseas; en cambio, pide que las cosas ocurran como tengan que ocurrir, y entonces tu vida empezará a fluir” - Epícteto.
En los últimos meses, una de las cosas que más me frustraba era saber cómo había resultado la relación que mantuve por 8 años y medio. Revisaba en mi mente cada una de las situaciones que se presentaron, cada uno de los errores, cada una de las discusiones, y me llenaba de rabia. Pero era una rabia particular porque la enfocaba en lo que estaba viviendo hoy. Es decir, no podía ver desde qué punto exacto todo se había ido a la mierda y más si tenía en cuenta la nueva realidad a la que me enfrentaba.
Me tardé en comprender una de las verdades de la vida, y es que no vas a poder controlar todo lo que te sucede.
De hecho, querer hacerlo es el camino más corto hacia la frustración.
Es preferible trazarte todas las metas que quieras, sabiendo qué es específicamente lo que te dará felicidad, y al mismo tiempo saber que es posible que las circunstancias terminen desenvolviéndose de una manera diferente, tal vez alejada de tus deseos, pero quizás mejor de lo que alguna vez soñaste.
Ese es el truco: despojarte de esa carga auto-impuesta mientras sigues trabajando por las cosas que quieres.
“No es a la muerte a la que un hombre debería temer, sino a nunca haber empezado a vivir” - Marco Aurelio.
Por estos días escuché en el podcast de Mel Robbins una pregunta que me dejó pensativo. La pregunta era la siguiente:
Si me proyectara a cuando tuviera 80 años, ¿cómo me sentiría con respecto a esta decisión que estoy a punto de tomar? ¿Me lamentaría? ¿Me decepcionaría? ¿O me animaría incluso a tomarla?
El propósito de esta pregunta, creo yo, es el de descubrir quién eres en realidad en el marco de tus sueños. Es el de ayudarte a que empieces a tomar acción cuando todos alrededor no lo hacen. Es el de impulsarte a que vivas de verdad, y a dejar de lado la absurda idea de que lo harás algún día en el futuro.
Piensa un segundo en las ocasiones en las que se te han presentado oportunidades y las has rechazado porque no pensaste que estabas listo; aquellas en las que pudiste haber hecho un viaje de esos que siempre soñaste, pero decidiste que no era el momento indicado; las veces que elegiste tu trabajo por encima de lo que te apasionaba o de algo que anhelabas hacer.
Así que asume riesgos, acepta esa oportunidad, sal de tu zona de confort. Haz que un objetivo principal de tu vida sea crear recuerdos.
La invitación es simple: vive mientras estés vivo. Después de todo, nadie se escapa a la muerte.
“No es que contemos con poco tiempo; es que desperdiciamos gran parte de él” - Seneca.
Hace un poco menos de un año me enteré de la historia de un hombre que, teniendo un bebé de un par de meses de nacido y estando en un trabajo de tiempo completo, aun se las arreglaba para perseguir lo que le apasionaba, que era escribir. Asistía a cursos y a clases, y le dedicaba al menos 3 o 4 horas todos los días a su carrera como ghostwriter.
Recuerdo que la historia me confrontó en muchísimos aspectos, todos relacionados a la capacidad que tenía para crear excusas hace unos tres o cuatro años antes. Fue como mirarme a través de unos binoculares y de repente ser consciente de lo que había pasado en realidad.
Existe una gran diferencia entre querer hacer algo y terminar luchando por ello.
Y yo me había quedado en el deseo, sin haber pasado a la acción.
He descubierto recientemente que el enfoque y la intencionalidad son dos claves importantísimas que te permiten acercarte al éxito que buscas.
¿Cómo lo sé?
Respóndete la siguiente pregunta…
Si alguien te pagara un millón de dólares por trabajar cada día por las cosas que quieres, sin modificar en lo absoluto tus circunstancias, ¿cambiarían en algo tus hábitos y la manera en la que organizas tu tiempo?
Cuando realmente quieres algo, encuentras las maneras de hacerlo posible.
“¿No es acaso tarde para comenzar a vivir, cuando ha de dejarse de vivir?” - Seneca.
Tengo una debilidad por las frases que despiertan algo en mí que no sabía que estaba allí. El párrafo completo es el siguiente:
“Oirás decir a muchos: “cuando llegue a los cincuenta me retiraré a descansar; a los sesenta dejaré las ocupaciones”. ¿Y a quién tomas como garante de una vida más larga? ¿Quién te asegurará que todo ha de ocurrir según tú lo dispones? ¿No te avergüenza reservar para ti los restos de tu vida, destinando a la virtud solo aquel tiempo que no puede ser destinado para otra cosa?“ - Séneca, Sobre la felicidad y la brevedad de la vida.
¿No te avergüenza reservar para ti los restos de tu vida? Ouch.
¿Y a quién tomas como garante de una vida más larga? De nuevo, ouch.
No podría enumerar las ocasiones en las que me he negado a algo porque no era el momento, inconscientemente dando por hecho que tendré otra oportunidad en el futuro. Y sí, soy de los que piensa que la vida da segundas oportunidades para enderezar el camino. Sin embargo, he aprendido que estas segundas oportunidades no estarán para siempre. También nos corresponde a nosotros aprovechar al máximo el tiempo que se nos es dado, y no abandonar para después lo que podemos hacer hoy.
Al fin y al cabo, los mayores arrepentimientos de la vida no surgen de los fracasos, sino de nunca haberlo intentado.
✌🏻 Antes de que te vayas…
Hace un par de semanas, te conté cómo refiriendo Carpe Diem a tu familia y amigos, puede ayudarte a recibir algo en cambio.
Estas “recompensas” son las siguientes (y me encantaría que les sacaras provecho):
8 Journaling Prompts (autoevaluación personal) a cambio de 5 referidos.
Mi ebook Los 5 errores que cometes al mantener un trabajo de tiempo completo que no te permiten avanzar en tus metas personales, a cambio de 10 referidos.
Acceso a la comunidad de Slack, a cambio de 20 referidos.
Este es el post en donde te doy más detalles: