3 errores que nos impiden encontrar tiempo para todo
Carpe Diem: un rincón en el mundo en el que te recuerdo por qué vivir en el presente es la mejor forma de ser feliz.
¡Feliz lunes!
Esta semana pensé que perdería la razón a raíz de dos conjuntos de cosas: las primeras surgieron de un momento a otro, y de las segundas se puede decir que se fueron acumulando con el transcurso de los días.
Mi trabajo pertenece al segundo grupo, y se ha convertido rápidamente en un reto por la cantidad de correos, de reuniones, de conversaciones por teléfono, de mensajes por Teams, y en fin, por toda esa seguidilla de situaciones laborales que se generan y aumentan en intensidad. De hecho, siento que no he tenido descanso desde el 2 de enero, fecha en la que asumí responsabilidades adicionales y me lancé (quizás sabiéndolo o quizás no) a una especie de espiral en la que entre más trabajo tengas, más trabajo se crea de nuevo.
Sin mencionar el hecho de que, en el aspecto más hondo de mi alma, no he podido aun encontrarme a mí mismo.
Entre la súbita realización de un cambio que ha tocado cada fibra de mi corazón, los flashbacks inconscientes de momentos vividos y la nueva realidad a la que (sin importar si es posible o no) debo hallar la forma de acostumbrarme.
El tiempo pasa muy rápido cuando no sabes hacia dónde ir.
En lo concerniente al primer grupo de cosas - es decir, aquellas que surgen de forma inesperada - no es común conocer cómo lidiar con ellas. Muchas veces, ni siquiera nos damos cuenta de que estamos en una situación particular cuando ya metimos el pie dentro del barro, por llamarlo de alguna forma, así que estar plenamente conscientes de lo que podemos hacer usualmente sucede ya demasiado tarde.
“Las metas en verdad relevantes sólo son posibles cuando actúas repetidamente hacia alcanzarlas”.
Joshua Medcalf, Chop Wood, Carry Water.
Es así, como en un plano llamémoslo laboral, ya contaba con exceso de cosas por hacer. Ni qué decir de mi estado emocional actual - no sabría por dónde empezar. Ahora bien, escribo estas líneas en Barú, una isla en el caribe colombiano que no es técnicamente una isla, pues mantiene una ligera conexión terrestre con el resto del país. Escribo estas líneas mientras paso el fin de semana con mis mejores amigos en una serie de días que combinan dos de las actividades que más disfruto en la vida: ir a piscina e ir a playa. Escribo estas líneas disfrutando de algo que me da una fuerte sensación de felicidad: pasar momentos de calidad con aquellos cercanos a mí.




A veces se nos olvida aquello que nos gusta debido a todo lo que hace parte de nuestra vida, e ignoramos un aspecto muy importante: lo que nos gusta, lo que nos apasiona y lo que amamos son inseparables de ella.
La verdad es que nunca hay tiempo (o nunca lo sacamos) para esas cosas pequeñas - y casi sin importancia - de la vida.
De hecho, subrayo mi presencia en Barú mientras redacto este Substack, porque si bien no existía forma de que me lo perdiera (era la celebración del cumpleaños de mi mejor amigo), se podría decir que tampoco me encontraba en una disposición óptima para ello. Y la razón, bueno… la razón ya la mencioné arriba.
En otras palabras, pude haberme perdido de un espacio valiosísimo para mí. Uno que me ha obligado a desviar mi atención y a tomar un poco de perspectiva. Y es precisamente esa perspectiva la que se me olvida lo necesaria que es.
¿Cuántas veces has dicho no a lo que quieres hacer en realidad, porque sencillamente no estás de humor o de ánimos?
¿Cuántas veces te has repetido “ahora mismo mi cabeza no está para hacer eso”, o una frase que indique que no forma parte de tu lista de prioridades?
¿Cuántas veces has dejado lo que querías hacer para un día indefinido en el futuro?
Si me dirigieran esas preguntas a mí, la respuesta sería “demasiadas” en todas. Mi personalidad está configurada de cierta forma que coloco las prioridades de los demás antes que las mías, y eso no está bien. Lo que puedo argumentar al respecto es que se trata de un trabajo en progreso, y últimamente he hecho que sea imposible para mí dar por sentado momentos como los que pasé durante este fin de semana.
¿Por qué?
Muy fácil.
Porque contamos con tiempo para todo, pero fallamos en organizar nuestra vida alrededor de lo que verdaderamente es importante para nosotros.
Séneca afirmó que “no es que tengamos poco tiempo de vida; es que desperdiciamos buena parte de él”. Y estoy de acuerdo con ese pensamiento, aunque yo mismo caiga en el error en múltiples ocasiones.
Y con esto en mente, comparto los 4 errores que nos impiden tener tiempo para todo:
No priorizas lo que es importante (para ti)
Probablemente sepas cuáles son esas cosas que valoras más por encima de otras. Pero en lo que a sueños y propósitos se refiere, pasamos el tiempo hablando sobre cómo nos gustaría ser o cómo nos encantaría que fuera nuestra vida, y no tanto viviendo de esa manera.
En el inmenso jardín de asombrosa variedad como lo es el mundo en el que nos encontramos, resulta casi imposible enfocarnos, resulta casi imposible dedicar atención a lo que queremos hacer. Pero la razón de ello no son las miles y miles de tareas o de compromisos, no es el mercado para la casa o la cita que tenemos a las 4pm; tampoco el agotamiento físico de haber pasado todo el día trabajando, o el hecho de que quisiéramos gozar de más tiempo libre.
La verdad es que aquellos que avanzan en la vida lo hacen porque han aprendido a diseñar su agenda alrededor de lo que es importante.
Y eso es, en esencia, lo que significa priorizar.
En términos de productividad, priorizar adquiere un significado más relacionado a llevar a cabo primero las tareas con el mayor impacto para el proyecto en el que se esté trabajando. Llevado al plano de nuestra propia vida, priorizar se traduce en otorgarle la mayor parte de nuestra atención a lo que consideramos es de mayor importancia.
Si revisas lo que ocurrió esta misma semana, ¿lo estás haciendo? ¿Estás dando todo de ti para que se hagan realidad esos proyectos que tanto anhelas?
Existen muchos matices, por supuesto, pero si consistentemente pospones iniciar algo y no lo haces, el problema no se encuentra en esas otras cosas, sino en la manera en la que priorizas (o no) en tu vida.
John C. Maxwell escribió:
“Recuerda: sólo en el instante en el que eres disciplinado es que adquieres el poder de acercarte a tus sueños”.
No limitar las distracciones
Una de las características de mi personalidad con la que más lucho es mi terca capacidad para ponerme a mí en segundo lugar y considerar primero los deseos de otra persona. Puede ser algo muy sencillo, como dejar para después lo que quería hacer hoy porque me pidieron acompañar a un amigo o hacerle un favor a alguien.
El problema es que cuando dices sí, naturalmente le estás diciendo no a otra cosa - generalmente a lo que, en el fondo, preferirías estar haciendo. Y una vida vivida bajo esa perspectiva, en el transcurso de meses o incluso de años, sólo va a generar insatisfacción.
“Tus prioridades son tu responsabilidad. Las personas te buscan cuando necesitan algo de ti. Y aun así, esa búsqueda por aprobación puede hacer que menosprecies tus propias necesidades”.
Damon Zahariades.
Y el deseo de aprobación es muy poderoso.
En un principio, no creí que lo que me llevaba a comportarme de esa manera fuera el hecho de recibir la aprobación de los demás, pero es que dicha aprobación puede darse de diferentes formas:
Dices sí porque no quieres que esa persona piense que no puede contar contigo
Dices sí porque quieres demostrar que eres un buen amigo
Dices sí porque lo que te están proponiendo suena más urgente que lo que tú tenías que hacer, entonces terminas cediendo
Cuando empecé a ver ese deseo de aprobación bajo este enfoque, pude darme cuenta de que mis prioridades pasaban a segundo plano y eso creaba otro tipo de problemas porque ahora tenía que darme a la tarea de descifrar otro espacio para avanzar en mis proyectos.
¿Conclusión?
Está perfectamente bien decir no. Y esto es más cierto aun cuando lo que te sugieren colisiona con las prioridades que tienes en tu vida.
Esperar a que el momento adecuado se presente
El universo no hará que lluevan oportunidades para ti y sólo para ti. Actuamos como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, pero la realidad es una muy distinta.
“La mala noticia es que el tiempo vuela. La buena noticia es que tú eres el piloto”.
Michael Altshuler.
¿Qué haces con el tiempo que tienes en tus manos? ¿De qué forma construyes hoy las bases de lo que quieres alcanzar el día de mañana? ¿Qué camino estás diseñando para ti, de forma que tengas claro el rumbo en el que diriges tu vida?
Este es el peor error de todos: convencerte de que el tiempo es infinito.
¿Por qué?
Porque tiene la facultad de hacerte creer que cuentas con el día de mañana para ahí sí dar inicio a tus sueños. Y no existe nada más equivocado que la noción de que mañana está garantizado.
Echando un vistazo a este fin de semana, tengo que reconocer que estuvo plagado de pequeños instantes que me devuelven el sentido de lo que aun hoy, a mis 34 años de edad, considero que son pilares de cómo veo mi vida: pasar tiempo de calidad con las personas que amo.
De no haber ido, me hubiese perdido de un atardecer frente al mar; hubiese olvidado lo mágico que se siente zambullirse en el agua salada cuando el sol aun sigue su ascenso en los cielos; no hubiese admirado el monólogo infinito mañana, tarde y noche, de una persona que estuvo con nosotros en Barú y a la que claramente nadie se atrevió a callar en ningún momento; no hubiese pasado la noche del viernes (y parte de la madrugada del sábado) metido en una piscina riéndome de lo que el alcohol le hace a una persona; ni mucho menos hubiese mirado a la hija de mi mejor amigo y percibir un anhelo tan grande por construir una familia que juro se me arrugó por completo el corazón.




De nuevo… son todos estos momentos los que elijo vivir y los que me recuerdan que sí, que sí es cierto que cuando se tienen las prioridades claras, existe tiempo para todo.
Lo que aprendí esta semana
Una escapada con mis amigos siempre será una medicina efectiva para mi alma.
A veces evito hablar, no por una razón distinta a que me esfuerzo muchísimo por ocultar cómo verdaderamente me siento.
Mis amigos y yo podemos pasar de las conversaciones más profundas del mundo a las más estúpidas en cuestión de segundos.
Necesitaba mucho más este fin de semana de lo que me atrevo a reconocer.
Canción de la semana: Finally Mine de Juliet Roberts.
Grandes ideas Luis, vivimos en la época de la automatización, de "hacks" de todo tipo para ahorrar tiempo, pero nos sentimos más ocupados que nunca. No es que falte tiempo, es que no somos buenos administrando el tiempo que tenemos.