2 pasos para empezar a creer en ti mismo
Carpe Diem: vive en el presente y persigue lo que te apasiona. Sé feliz.
Nota: este es el primero de los artículos que empezaré a publicar cada dos semanas los miércoles o jueves, y que dieron origen a Carpe Diem. Seguirás recibiendo mi post habitual cada domingo.
Es increíble la cantidad de personas que he conocido que sufren de una inmensa inseguridad en si mismos y, por ende, de una inmensa cantidad de dudas acerca de qué camino tomar en su vida. Y es normal que en algún punto cada uno de nosotros haya padecido de aquella incertidumbre que surge de cuestionarnos: 1) ¿para donde voy?, y 2) ¿qué es lo que realmente quiero hacer?
Todos pasamos por eso.
Y esto me lleva a pensar en las personas que, sea cual sea la razón, poseen cero confianza en si mismas.
Yo mismo tenía una confianza que, honestamente, daba vergüenza. De joven recuerdo que no me era sencillo expresar lo que se encontraba en mi mente sin importar quién estuviera enfrente. Eso incluía amigos o familia, y era demasiado difícil con personas que apenas conocía. Prefería guardar silencio. Me era más fácil quedarme con lo que quería decir que expresarlo en voz alta. Y realmente, ahora que lo medito un poco, no podría señalar un momento en específico en el cual de repente supe qué hacer o qué decir (o cómo). De hecho, fueron las experiencias que tuve la fortuna de vivir a lo largo de los años que me enseñaron a cómo empezar a creer más en mí y en mis capacidades.
Es así como puedo hablar acerca de dos pasos para empezar a creer en ti mismo.
Confía en el proceso
Tienes que saber que nada (absolutamente nada) en la vida se da por azar o, lo que es más importante, de la noche a la mañana. Nadie crece en su vida porque se levantó un día y súbitamente todo cambió.
“Ya soy un hombre o mujer nueva. Ya no soy negativo o negativa. Ya no desconfío de las personas. Ahora ya tengo la confianza de que cumpliré con este proyecto tal como fue solicitado. Ahora tengo la seguridad de que nuevas puertas se abrirán”.
Suena bien. Pero no funciona así.
No es sencillo entenderlo o ponerlo en práctica, pero confía en el proceso. La manera como fui capaz de expresarme con total normalidad cuando era más joven fue, en una frase, haciendo las cosas mal. Sí, sencillamente fue gracias a que decidí actuar y a esperar por lo mejor (o lo peor, dependiendo del caso). Pero nunca consideré no hacerlo.
En otras palabras, los fracasos que siguieron me enseñaron cosas de mi mismo: virtudes, habilidades, rasgos de mi personalidad. Así que si quieres empezar a creer en ti mismo, no lo veas como un destino. Míralo como un proceso que se construye día a día. Reflexiona acerca de las cosas que vives y sácales provecho. Pregúntate ¿qué aprendí de esta relación/trabajo/persona/experiencia? ¿Qué cosas sé ahora de mi mismo que antes no sabía? ¿Qué tengo que hacer diferente la próxima vez?
Desarrolla tus capacidades
Si eres bueno en el arte, en algún deporte, escribiendo, diseñando proyectos, entre otras tantas cosas, separa tiempo para prepararte. Esto es especialmente importante cuando otras personas ya han visto algo de tu trabajo y te han apoyado de alguna forma. No lo desaproveches.
Cuando empiezas a tratar tu talento y tus habilidades con respeto, a estudiarlo y a profundizar en ellos, crecerá la confianza que tienes para ejecutarlos. Y es increíble lo que podrías llegar a hacer por otras personas.
No te limites a lo que alcanzas a observar de los demás. Si te cuesta identificar algo en lo que eres especialmente bueno, considera estas habilidades:
Dar un consejo acertado en el momento indicado
Servir de apoyo para tu familia y amigos en momentos de crisis
Ser incondicional con aquellos que amas
Saber escuchar
Liderar grupos de trabajo
Desarrollar oportunidades de mejora en otras personas para un fin en específico
La bondad, la nobleza y la cortesía también son talentos